domingo, 15 de enero de 2012

Capitulo 2


02 horas

La mente se aclara, liberada de todo espejo, en su casa vacía de la memoria.
Silencio.
—Shhh — dicen las enfermeras, sus perros de la garganta azotados de quimeras e ira.
Solamente vi las rejas que me recibieron al llegar, tras ellas quedó otra realidad: me sacaron los cigarrrillos, el encendedor, los documentos, el celular. Prestaron mucha atención a mis ojotas, por si guardaban la capacidad de contener cordones... Resignadas, y con un golpe seco de furia, me las dejaron junto a la cama.
¿Seré otro, en esta página suelta?
Una puerta se golpea:
—¡Ayudenmé! ¡Me muero!
Y el suero que gotea... páginas perdidas. Tapas duras, espesas como la sangre que lo recibe.
Silencio.
—Shhh — dicen las enfermeras.
Y me doy cuenta que estoy gritando y la sonda como el viento norte...
el viento que pasa y nada deja.
¿De qué lado de la reja estoy? No hay espejos y la sangre fluye al revés... recibe en vez de dar.
La sangra que no sangra, pero que fluye.
La sangre que lo ha acallado todo para fluir.
“¿Qué mano inmortal u ojo
puedo trazar (mi) temible simetría?”*
en una pequeña habitación con rejas en la ventana.


*William Blake





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