miércoles, 1 de febrero de 2012

Capítulo 7






06,17 horas




Me despierto sobresaltado, estoy al lado del baño pero igual la urgencia del orín se prende como una garrapata de la vejiga. Me levanto como puedo y me descubro mareado.
El suero se resiste a ser manipulado como un cuerpo más, como una presencia más... “Estuvo tres días sin comer y tomando ginebra, necesitamos ponerle suero. No se preocupe, es glucosa, nada más. Para estabilizar su organismo... Perdón que lo increpe de esta manera, pero prefiero serle franco:¿intentó matarse?”.
¿Intenté matarme?
Bueno, no era para tanto...
¿Intenté matarme?
El sabor de la ginebra todavía se cuela en mi boca y la repugnancia por la comida vuelve como el sexo insatisfecho y a medio deglutir.
“Acabo de tomar 18 Whiskys, es un buen record ¿No?”, dijo Dylan Thomas y yo con mi glucosa a cuestas, me siento un cobarde. ¿De dónde sacarán toda esta porquería? Por un momento, pequeño, desechable, me siento un patafísico. Bah, un pelotudo.
¿Intenté matarme?
Recuerdo, apenas, haber dicho que “no” el día anterior, en otro hospital, en otra situación.
Ahora estoy mareado.
Y el baño que se acercaba se aleja bajo extrañas leyes de física.
Logro entrar al baño y derramarme en el inodoro.
Elevo la cabeza y la luz me enceguece, apenas veo mi pulpa de glucosa, sosteniéndome.
La garrapata se afloja y el resultado es un agua turbia, oleaginosa, casi vegetal.
Me pregunto si se podrá tener sexo en un lugar como éste.
Antes de hacer el esfuerzo para levantarme siento la erección, el glande mamando la glucosa a 14 gotas por minuto.
¿Intenté matarme?

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